En la revista adn
agua y medioambiente, publican hoy un artículo mío (ver aquí)) explicando
esta nueva era geológica. Antropoceno designa una nueva era
caracterizada por el fuerte impacto de la humanidad sobre la Tierra. La idea la propulsó el Secretario General de
las Naciones Unidas, al inaugurar Río+20 con un brevísimo documental
(ver aquí), que muestra las emisiones de anhídrido carbónico, desde los
comienzos de la Revolución Industrial hasta nuestros días.
Desde
el punto de vista global y de las ciencias naturales, hay que mitigar la
presión que ejerce sobre el planeta la alteración de los ciclos del agua, el
carbono y el nitrógeno, y sus consecuencias sobre la biodiversidad.
Pero
también podemos analizar el Antropoceno desde el enfoque de las ciencias
sociales, porque, como en el
documento final de Rio+20 se vuelve a declarar “es
indispensable lograr cambios fundamentales en la manera en que las sociedades
consumen y producen para lograr el desarrollo sostenible mundial”(El Futuro que
queremos, n. 224).
Esta visión socioeconómica del Antropoceno me parece más
inquietante, porque la corrección de los efectos negativos no depende sólo de
decisiones gubernamentales, sino de cambios difíciles en los estilos de vida.
Los países y las sociedades de alto consumo deberían reducir su gasto y su
nivel de vida, para que puedan aumentarlo los países y sociedades pobres. Y
todos tendríamos que practicar una
solidaridad intergeneracional,
con un modo de vida sobrio, alejado del consumismo, y con patrones de
producción ecoeficientes.
Se requiere un cambio en los hábitos de consumo, en la
actual cultura de comprar y tirar, para que la gente elija productos
ecoeficientes, verdes, que tengan un ciclo de vida más largo. Pero también es
preciso un cambio cuantitativo, ya que las personas deben reconocer un límite a
la hora de consumir, diferenciar lo necesario de lo superfluo, vencer el
impulso consumista.
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