En las entradas
anteriores mencionamos el mal uso que se puede dar a los grupos de whatsapps de
padres de colegio. Pero lo mismo sucede con los grupos de directivos y
maestros, como se hizo público hace poco en España.
El conflicto estalló
cuando un escrito anónimo apareció en los buzones de Casarrubuelos (Madrid). El
panfleto incluye extractos de conversaciones de un chat de los maestros del
colegio público de Infantil y Primaria Tomé y Orgaz, el único centro escolar del
pueblo, que tiene 3.400 habitantes. En él había comentarios racistas y
despectivos sobre padres, alumnos y otros docentes, así que se caldeó el ánimo
de los vecinos. El Alcalde hizo la denuncia, van a ir inspectores al colegio a investigar
si hay alguna irregularidad en las conversaciones de un chat privado, pero
también si hay problemas de convivencia en el centro o en el trabajo de los
docentes.
Las conversaciones recogidas
en el anónimo son extractos de un grupo de WhatsApp que abrió la directora del
colegio, para comunicarse con los docentes sobre distintos eventos. Allí
aparece de todo: insultos para un grupo de inmigrantes del pueblo, arremeten
contra otros compañeros y se refieren
con duros términos a padres, madres y alumnos. Hablan de una madre que denunció
a una de las docentes por un supuesto maltrato a sus hijos, y la denunciada
alude a ella con palabras irreproducibles. Al hacerse público el chat, han
comenzado las respuestas de los aludidos, y ya ha habido manifestaciones de
padres en la puerta del colegio
En resumen, nada que no
pueda suceder en cualquier escuela, de pueblo pequeño o de gran metrópoli, pero
por eso mismo, se añade como novedad a los problemas posibles que tienen que enfrentar
los directivos.
¿Qué hacer para prevenir problemas?
Como corresponde con los
que tienen responsabilidades directivas y educativas, no se puede mirar para
otro lado si existen posibles conflictos: hay que enfrentar la cuestión y antes
de que sea tarde.
Se pueden hacer muchas
recomendaciones, y yo me limito a sugerir dos:
1) Los directivos tienen
que ejercer su liderazgo en este campo, enseñando a aprovechar
correctamente todos los atractivos de las redes sociales y señalando de modo concreto los usos
positivos y los negativos. Cualquier ocasión es buena –en reuniones formales o
informales- para explicar que los maestros y los padres son los que en primer
lugar deben desarrollar una ciudadanía
digital madura, para luego poder escuchar y aconsejar adecuadamente a niños
y adolescentes.
2) Del mismo modo que la educación en el
mundo real consiste en el aprendizaje de las virtudes, la educación digital
consiste en aprender a vivir las
virtudes en este entorno. Cambian las circunstancias, pero las virtudes o
los defectos de cada persona se reflejan en las palabras y en los
comportamientos. El mundo virtual requiere actuar con justicia (tratar a cada uno de acuerdo con su dignidad de persona),
con sinceridad (diciendo la verdad
que corresponde comunicar en cada caso),
con honradez (sin estafar ni engañar),
con cultura (cuidar el lenguaje y el
buen uso del idioma), con bondad
(sin humillar, maltratar, burlarse), dando la cara lealmente (sin fingir desde
el anonimato) y sin perder el tiempo en tonterías.
A propósito de este tema, me escribe Omar Rodríguez, gran
profesor y amigo:
“Es
interesante cómo las redes sociales están forzando a las personas y a las
instituciones a vivir con una continua exposición pública, todo lo que hacemos
o decimos se termina sabiendo y esto obliga a ser cada vez más responsable en
las propias actuaciones, cada vez hay menos espacio para el secreto y el
anonimato. A veces puede parecer promiscuo, pero es sano que
actuemos en cada momento como si estuviéramos a la vista de todos.”
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