El Desarrollo Sostenible (DS) tiene tres componentes: el desarrollo humano y social, el desarrollo económico y el cuidado medioambiental. Es una descripción comúnmente aceptada, que supera ampliamente la concepción economicista que todavía está presente en muchos ambientes académicos y empresariales, y que se focaliza en medir el producto bruto per capita.
¿Cómo evaluaríamos el nivel de desarrollo sostenible de un determinado territorio? Observando los 3 componentes con adecuados indicadores.
Hay otro modo similar de evaluar el DS, que me parece conceptualmente un poco más significativo, y por eso lo utilizo en proyectos de campo y en mis clases, desde hace 12 años. Se trata de analizar el DS desde el punto de vista de los 5 capitales, "el capital natural constituido por la dotación de recursos naturales, el capital construido por la sociedad, como las infraestructuras, la tecnología, el capital financiero, el comercial, y otros, el capital humano integrado por los niveles de salud y educación de la población, y el capital social" (Sen y Kliksberg, 2010, p. 263). A estos cuatro capitales nos ha parecido conveniente agregar el capital institucional, que se refiere a la solidez de las instituciones: en primer lugar las instituciones políticas de todos los niveles, la justicia, la policía, etc.
Sen y Kliksberg describen el capital social con bastante detalle, por tratarse de un concepto más complejo que los restantes. Explican que el capital social está constituido por el clima de confianza en las relaciones entre personas y con sus dirigentes. En segundo lugar es la capacidad de asociatividad de una sociedad, para sumarse en proyectos comunes, pequeños o grandes. El tercer elemento es la conciencia civica, que podríamos llamar ciudadanía, y que se manifiesta en el cuidado por lo público, en el cumplimiento de las leyes y en la participación en las cuestiones de interés común. La cuarta dimensión son los valores éticos predominantes en una sociedad, que tienen un peso principal en los procesos de desarrollo sostenible. Transcribo otro párrafo del libro que estoy citando: "Si los empresarios y profesionales están a favor de invertir en el país, del progreso tecnológico genuino, de pagar los impuestos, del crecimiento compartido, ello será de alta positividad. Si en cambio están a favor de maximizar el lucro inmediato, de aprovecharse de cada oportunidad para corromper a todo funcionario público corruptible, de extraer todo lo posible del país para enviarlo al exterior a un paraíso fiscal, es otra cosa.(...) La incidencia de los valores éticos predominantes puede ser decisiva a favor o en contra del progreso económico y social" (Sen y Kliksberg, 2010, p. 265).
Me parece claro que en el capital social y en el capital institucional están las claves de las dificultades que encontramos en América Latina para el desarrollo sostenible. Economistas que conocen bien a la Argentina, como Stefano Zamagni, han señalado a la falta de capital social como el principal problema de este país.
Todas las organizaciones -también las educativas- que quieren contribuir al desarrollo sostenible de su entorno, pueden poner especial atención a que sus proyectos agreguen valor a los 5 capitales. En mi experiencia, con un poco de creatividad, se puede desde esta mirada enriquecer mucho todo tipo de proyectos.
Sen Amartya y Kliksberg Bernardo, Primero la Gente, Temas, 8ª edición, Buenos Aires 2010.
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