Mi amigo se preparó bien, llevó demostraciones
de cómo funciona una mina en 3D, y una
caja con piedras conteniendo distintos minerales metalíferos.
Reunieron
a tres cursos, con 90 alumnos de 10 años, sus respectivos maestros y algunos
directivos. Los niños estuvieron durante una hora y media con ojos admirados, escuchando,
tocando piedras entusiasmados. Hicieron preguntas filosóficas, como “ud. es
feliz en ese trabajo?” y “por qué el diamante es más caro que el oro?” Mi amigo
disfrutó lógicamente, y pueden imaginar a su hijo, que no cabía dentro de su
camisa.
Al día
siguiente le contó el padre de un compañero de clase, que su hijo había llegado
ese día diciendo la frase del título: “Hoy fue el día más feliz de mi vida!”
Es una pequeña
ilustración de cómo se enriquece el mundo escolar cuando la escuela interactúa
con padres, con expertos, con el mundo real. Todos ganan: los chicos, los maestros, las familias, la comunidad.
Y la escuela ejerce su liderazgo como actor socialmente responsable.
Con
palabras similares, aunque centrado solo en mejorar el aprendizaje, recojo aquí
lo que
dice el director de cine George
Lucas, que creó la Fundación edutopia (click aquí). En su página web explica que su propia
experiencia escolar fue frustrante: “A menudo estaba aburrido. La educación
tradicional puede ser extremadamente aislacionista, el curriculum es muchas
veces abstracto y no relevante para la vida real, los maestros y alumnos no tienen
contacto habitualmente con recursos y expertos externos al aula, y muchas
escuelas operan como si estuvieran separadas de sus comunidades” (ver aquí en inglés )
George Lucas |
Para iniciar
un camino de responsabilidad social en la institución educativa es necesario apertura
mental, como en la historia que encabeza este post. El maestro y el director de
la escuela recibieron con calidez la propuesta de un papá, aunque la iniciativa
no había partido de ellos, y les producía una pequeña complicación salir de sus
rutinas. Son actitudes imprescindibles para el cambio.