En junio de 2020 se publicó “Corruption in Higher Education – Global Challenges and
Responses”, -Corrupción en la Educación superior-Desafíos y respuestas globales, libro editado por Elena Denisova-Schmidt, y comentado en el último número de International Higher Education (ver aquí).Se trata de un problema global, que adquiere distintas
dimensiones según los países, y se manifiesta en individuos que buscan sacar
ventajas personales a través del plagio o copia, y de las oportunidades para el
fraude y la estafa que dejan expuestas las instituciones educativas en sus estructuras
organizativas.
Son ampliamente conocidos los episodios en la Argentina
de universidades que medran con la cercanía al poder político consiguiendo
extraños contratos millonarios, concursos de profesores arreglados para los
amigos, investigaciones falsas o repetidas con leves alteraciones,
discriminación por motivos ideológicos, abuso de poder para imponer consignas
partidarias, publicaciones en journals truchos y todo el resto de acciones
corruptas que suceden en las demás organizaciones.
Los estudiantes universitarios y la copia
No es necesario pensar en los grandes delincuentes para
tropezar con conductas inmorales. Cada año tengo que renovar esfuerzos para que
estudiantes de grado y de postgrado tomen conciencia de la gravedad de copiar
textos o ideas, sin mencionar la fuente. Están tan acostumbrados a “cortar y
pegar” de Internet, que en muchos casos los alumnos –y también profesores!- han
asumido que es un comportamiento normal el plagio.
Es probable que lo vengan haciendo desde el colegio. Por
eso es tan urgente que todos los docentes eduquen desde muy temprano a los
estudiantes en este punto concreto del fraude que es copiarse. Es una carga más
para el profesor, porque tiene que comenzar por comprobar con Google las frases
copiadas, que normalmente resultan evidentes por el cambio de estilo y de
profundidad de los párrafos. Un alumno al que le señalé en una de las primeras
clases del año un párrafo copiado de Internet me contestó: Reconozco que estuve
mal en no haber puesto la bibliografía y fuentes que utilicé, pero le aseguro
que bajo ningún punto de vista quise hacer propio un pensamiento o elaboración
de otra persona ya sea de un compañero o de algún autor. En este caso asumí que
actuó de buena fe y solamente pedí que rehiciera el trabajo, pero lo comenté a
todo el curso, para que sirviera de aprendizaje.
El procedimiento que me ha resultado útil para cortar
este vicio es distribuir a los alumnos unas detalladas instrucciones de cómo se
hacen las citas de libros y artículos impresos o que están en Internet. A
continuación le pido a cada uno que lea un determinado escrito y responda a un
par de preguntas citando el texto. En muchos casos he tenido que pedir que
rehagan varias veces la tarea, hasta que aprendan a citar.
Por supuesto que también hay que reducir los incentivos
para copiar, pidiendo trabajos en los que tengan que resolver problemas y
superar desafíos, que por otra parte son los que resultan atractivos para los
millennials. Al finalizar un curso, una alumna escribió: quería agradecerle por cada trabajo que nos dio, eran
desafíos. Puedo añadir que también para el profesor es un desafío pensar
trabajos que tengan estas características, en lugar de pedir que repitan lo que
se dijo en clase o en el libro.
Restaurar la confianza en las universidades
Es mucho lo que se puede y debe hacer para combatir la
corrupción en las universidades, porque es una de las últimas instancias para
educar ciudadanos honestos. Ni los directivos ni los profesores podemos mirar
para el costado cuando advertimos comportamientos inmorales, aunque sea
complejo y delicado encauzar la corrección.
Como concluye el artículo mencionado, “Los ciudadanos de
naciones en cualquier etapa de desarrollo necesitan tener confianza en las
universidades, para proteger la integridad y calidad de sus out puts”, es
decir, de su graduados y de su producción intelectual.
Desde Paraguay el profesor Rodney Davalos comenta: "ese mismo desafío que mencionas en tu artículo tengo con mis alumnos. En los trabajos finales suelo enfatizar eso, y tuve que empezar a elaborar una guía detallada para citar fuentes. Slds"
ResponderEliminarVarios profesores agradecen la publicación, por ejemplo, la Ing. M. Augspach, directora de la Carrera de Ingeniería Industrial de la Universidad Austral de Buenos Aires, y la Lic. Virna Vinader, profesora de Comunicación social de San Juan, Argentina, que dice:
ResponderEliminarMuchas gracias Carlos! 🙌 cuánto hay para aprender y enseñar en cada caso!
Es interesante que con la respuesta conceptual objetiva, introduzcan una respuesta subjetiva y personal sobre lo respondido antes, con conclusiones y/ó propósitos, pudiendo rehacer cualquiera de ellas con la ayuda del Profesor,y teniendo ambas el mismo valor evaluativo.
ResponderEliminarMuy buena propuesta, gracias Gustavo. Demanda más trabajo para el profesor y el alumno, pero se aprende más y copia menos.
ResponderEliminarAsí es, Carlos.
EliminarBendiciones. Yo lo practiqué el año pasado y lo voy a reiterar en éste. Un abrazo.
Así es, Carlos.
EliminarBendiciones. Yo lo practiqué el año pasado y lo voy a reiterar en éste. Un abrazo.
Si vamos a la ética en filosofía, el no citar fuentes, aún en el copiar y pegar, es una falta de "honestidad intelectual".
ResponderEliminarY ésto vale también para los Profesores, cuando dan apuntes fotocopiados que nadie sabe de dónde y de quién salen.