reflejado en las redes especializadas (link) en las últimas semanas.
Siempre he pensado que la RSE no es una moda, sino que
responde a la realidad de las organizaciones, que deben ser responsables de sus
impactos sobre todos los públicos internos y externos: y esto no va a pasar de
moda nunca. Sin embargo, creo que es de interés estar al tanto de la valoración
positiva o negativa que se tiene en el mundo sobre la RSE.
Ya que Argandoña es uno de los referentes
más respetados en el mundo académico internacional, voy a resumir algunas de
sus ideas sobre esta presunta crisis de la RSE.
En primer lugar, dice que sería útil un
debate a fondo sobre el concepto de RSE, y necesariamente sobre qué es la
empresa. “Porque si uno sostiene que el objetivo de la empresa es la
maximización del valor económico para el accionista y otro opina que es la
maximización del valor social para todos los stakeholders, ya podemos hablar
sobre RS que estaremos definiendo de manera distinta la R, o sea, cuál es o
cuáles son las responsabilidades de la empresa –lo que dependerá también de si
la definimos como una comunidad de personas, un conjunto de derechos de
propiedad, una función de producción o una creación del Estado.”
Los que
nos dedicamos a la RS esperamos que produzca un cambio social, pero a veces se
la confunde con la financiación de obras buenas. Como dice Argandoña, se
convierte a la RSE
en “un listado de causas nobles: empleo de personas con discapacidad,
defensa de los derechos humanos, cuidado del medio ambiente, promoción de la
igualdad, atención a parados jóvenes, a parados mayores, a personas sin
vivienda, a enfermos, a ancianos, a niños en situación de pobreza. No hay por
qué excluir esas acciones de la RS, pero no podemos esperar de ellas que
produzcan la transformación de las empresas y de sus directivos que solemos
esperar de la RS. De nuevo, esto puede llevar al malestar.”
Otra
posible causa de pesimismo con respecto a la RSE se refiere a equivocar en las motivaciones
profundas que deberían impulsar a los empresarios a cambiar sus conductas. No
es suficiente para eso con tener una actitud altruista, other-oriented,
porque la RSE
requiere de un convencimiento ético, y por lo tanto, de un verdadero
aprendizaje de virtudes por parte de los directivos. Explica Argandoña que “la
RS suele presentarse como una alternativa a la ética, no como una parte de
ella: o sea, esperamos resultados que deberían proceder de una transformación
moral, pero sin promoverla. Y, en segundo lugar, si esas conductas
altruistas se aceptan como fruto de las recomendaciones o presiones sociales,
sin una “conversión” motivacional de las personas, parece muy dudoso que
produzcan el cambio de cultura organizacional que la RS espera. Con otras
palabras: la RS, me parece, debe “transformar” la empresa; el impacto en
la sociedad vendrá luego.”
En relación con
las instituciones educativas
Con lo
dicho hasta aquí, quisiera dejar claro para los que trabajamos en instituciones
educativas, que la responsabilidad social de estas organizaciones requiere
asentarse en bases sólidas para no caer luego en desánimos, crisis y pesimismos
por la falta de resultados.
Concretamente,
1) en los
objetivos de la institución educativa debe estar incluido aportar al bien común
de la sociedad, en otras palabras, la maximización
del valor social para todos los stakeholders. Por
este motivo, decimos que el primer paso para un Plan de RSEd es incluir la RS
en la Misión y Visión de la institución.
2) es conveniente pensar en la institución
educativa, sea estatal o privada, como una comunidad de personas.
3) la
RSEd no se confunde con un listado de causas nobles a las que se apoya, sino
que es un modo de gestionar la institución, de educar y de tomar decisiones.
4) la RSEd consiste en una mirada ética a
la organización, y los resultados positivos deberían proceder de una transformación moral de los actores.
En una
próxima entrada continuaremos con esta cuestión.