La escuela tiene que interactuar con todos
sus Stakeholders, y la familia es el actor educativo número 1. No es fácil
concretar la colaboración mutua, como bien saben los directivos escolares. De
esto conversamos con Juan Clemente Lescano,
especialista en la relación Escuela-Familia (entrada del 31-XII-2016, ver en este blog). A partir de esa conversación me hizo llegar este escrito, que puede
ayudar mucho a que la escuela emprenda unos pasos concretos en la presente coyuntura.
ESCUELA Y FAMILIA
EN
EL TRAMO FINAL DE LA POSTPANDEMIA
Hacia fines de
2021 y principio de 2022, Directivos de escuelas han comenzado a manifestar su
preocupación por los efectos psicológicos de la pandemia en gran parte de los
alumnos, especialmente los más pequeños, de Inicial y Primario.
También se ha
constatado que, aunque fue una ayuda la enseñanza a distancia, su efectividad resultó
claramente incompleta. Los chicos han aprendido poco y llevará mucho tiempo el
trabajo de nivelación.
Frente a este
panorama, se presenta una nueva oportunidad de plantear la colaboración de la
familia para avanzar en la mejora de los chicos en las dos dimensiones
señaladas.
El trabajo en
la escuela puede potenciarse si se consigue que los padres ayuden en forma
concreta en la misma dirección.
El diagnóstico
que se realice de cada alumno debe ser conocido por los padres. Seguidamente se
debería acordar con los padres criterios de actuación con los chicos para
alentarlos de manera positiva a
partir de la situación real.
No se trata de abrumar a los hijos, sino de
ayudarlos a trabajar en los temas más significativos, ponderando, con
naturalidad, cada avance que realicen, para que se vayan sintiendo seguros a
medida que logren afianzarse, tanto afectivamente como en habilidades y
conocimientos.
Si este trabajo
de colaboración Escuela-Familia es actualmente lo más recomendado por la mejor
pedagogía moderna para las situaciones de normalidad, mucho más se debería
tener en cuenta en el estado actual del
proceso educativo que sufrió los efectos de una pandemia sin precedentes.
Un punto a
tener en cuenta es la distinta actitud que tuvieron los padres durante la
enseñanza virtual. Unos se involucraron seriamente y otros no.
En el primer caso puede acontecer que los
padres con el advenimiento de la presencialidad deseen desvincularse más de lo
debido, pensando que ahora todo depende de los docentes.
En el segundo, si no apoyaron seriamente
durante la virtualidad, es probable que menos lo hagan con la presencialidad.
De ahí la
importancia de saber presentar de la mejor manera posible la trascendencia del
concurso de los padres para paliar el déficit acumulado del aprendizaje
escolar. Sin olvidar que, lógicamente,
la principal tarea corresponde a la institución escolar.
Además,
trayendo a colación aquello de que “no hay mal que por bien no venga”, la
urgencia de que los padres colaboren con los docentes puede ser la piedra de
toque para un cambio de paradigma, que facilite el entendimiento de hacerlo no
sólo en esta emergencia educativa mundial.
Está comprobado
internacionalmente que las escuelas que se comunican con frecuencia con las
familias y las orientan para que puedan compartir con los hijos algunas
actividades de aprendizaje, logran promover
el éxito académico de los alumnos.
Esta
colaboración se puede llevar a cabo si existe interés real en las escuelas, sin
olvidar que la colaboración de los padres debe ser prudencialmente acotada para no ocupar espacios que no les corresponde.
Cabe recordar aquel apotegma griego que reza: “Todo en su medida y
armoniosamente”.
En síntesis, si las escuelas desean afrontar la
problemática de marras con la responsabilidad social que le es propia, deberían
plantearse la posibilidad de la colaboración familiar como parte de la
solución.
Juan Clemente Lescano
Fue director
general del colegio Los Molinos (Munro, Buenos Aires).
Fue organizador
y director de los programas “Relación Escuela-Familia” y “Representantes
Legales”, en la Escuela de Educación de la Universidad Austral.
Autor del libro
Escuela y Familia: fundamentos, criterios y dinámica de una solución educativa.
Editorial DAL, San Isidro, 2017