Hice esta pregunta a un numeroso grupo de directores y representantes legales de escuelas de toda la Argentina, desde Puerto Iguazú hasta Caleta Olivia.
La respuesta casi unánime fue “las consecuencias de la pandemia, del encierro, del aprendizaje a distancia”. Porque hay muchos alumnos con problemas socioemocionales leves o agudos, a los que se suman los aprendizajes deficientes por no asistir a la escuela. También los docentes que trabajaron duramente se sienten agotados, lo mismo que los directivos. Y en las familias con hijos en edad escolar repercuten estos dos años que demandaron esfuerzos no previstos y para los que nadie estaba preparado.
En bastantes casos estos efectos negativos se superponen con
la satisfacción de haber superado límites personales o institucionales,
aprendiendo el uso de los recursos informáticos para seguir educando, y
adquiriendo la flexibilidad para adaptarse a los requerimientos de las
autoridades educativas, que no siempre hicieron gala de sentido común.
Desafíos principales para 2022
De cara al próximo año escolar, se presentan entonces dos
desafíos principales: atender y encauzar los impactos socioemocionales de los
actores involucrados, y al mismo tiempo idear modos de recuperar los contenidos
que no aprendieron los alumnos. Estos últimos no son solamente contenidos
académicos, sino también hábitos para el
estudio, el trabajo y la convivencia, que se ejercitaron poco y nada durante
dos años.
Sobre estos temas tuve una sustanciosa charla con Mabel
Kennard, directora del Poplars School, de Río Gallegos. Sus objetivos
prioritarios para 2022 son los siguientes:
1) En lo pedagógico, recuperar y fortalecer aprendizajes.
2) En lo socioemocional, ayudar a restablecer el equilibrio
personal
3) En lo vincular-relacional, trabajar para volver a
conectar entre sí a los alumnos, a los docentes con sus alumnos, a las familias
con el colegio.
Esto es responsabilidad social educativa
Como la tarea que se presenta es abundante, hay que sumar
aliados, que pueden ser algunos docentes, padres y funcionarios más preparados.
Es buen momento para compartir inquietudes y recursos con colegas y con otras
escuelas. Se puede distribuir material sobre estas cuestiones que se está produciendo
en todo el planeta.
Espero que los lectores de este blog adviertan que todo lo
dicho en esta entrada es muestra acabada de la responsabilidad social de las
instituciones educativas, una responsabilidad que va mucho más allá de la
alfabetización y la aritmética. Tienen
que ser rápidos de reflejos para atender las necesidades de sus Stakeholders, y
para movilizar los abundantes recursos de que disponen en sus instituciones.
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