Dios puso al hombre “en el jardín de Edén para que lo trabajara y cuidara” Génesis 2,15
En este mes de septiembre di una charla titulada La
encíclica Laudato si’ y el desarrollo sostenible de las Naciones Unidas, en
la ciudad de Salta (Centro Universitario El Valle) y en la ciudad de Tucumán
(Residencia Universitaria Cebil).
Pienso que se justifica poner en
relación esta Encíclica que aborda la cuestión ecológica con el concepto de Desarrollo Sostenible (DS),
porque el Papa Francisco utiliza 19 veces la palabra sostenible en su documento. Vale la pena recordar el sentido que las Naciones Unidas
le dan al DS desde que se utilizó por primera vez en 1987 en el Informe
Brundtland: “El
desarrollo sostenible es el desarrollo que satisface las necesidades de la
generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras
para satisfacer sus
propias necesidades”. Esta definición es universalmente aceptada,
aunque contiene un alto grado de ambigüedad. Por eso, me parece más práctica la
descripción, también muy difundida, del desarrollo sostenible, como aquél
que suma tres componentes: el desarrollo económico, el desarrollo humano y el
cuidado del medio ambiente.
Por su parte, la propuesta del Papa es “Una ecología integral, que incorpore las
dimensiones humanas y sociales, inseparablemente vinculadas con la situación
ambiental”(137)[1].
Es una propuesta que se integra
perfectamente en el marco del desarrollo sostenible.
Al Papa le
interesan en primer lugar las personas, le aflige que “el deterioro del
ambiente y el de la sociedad afectan de un modo especial a los más débiles del
planeta" (n.87) y quizá por eso cita el Principio 1 de la Declaración de Río
sobre el medio ambiente y el desarrollo (14 junio 1992): «los seres humanos
constituyen el centro de las preocupaciones relacionadas con el desarrollo
sostenible» (126).
Francisco
irrumpe entre los actores internacionales que se preocupan por el planeta, con
una fuerza impresionante, porque habla de modo directo, con la independencia
que le da su autoridad moral. Como ejemplo copio unas pocas frases
contundentes:
-“La
tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de
porquería” (21)
-“Culpar al aumento de la población y no
al consumismo extremo y selectivo de algunos es un modo de no enfrentar los
problemas” (50)
-“las convicciones de la fe ofrecen a los
cristianos, y en parte también a otros creyentes, grandes motivaciones para el
cuidado de la naturaleza y de los hermanos y hermanas más frágiles” (64)
En muchos otros lugares utiliza un lenguaje
valiente y que no es políticamente correcto, como cuando denuncia
la incoherencia de quien lleva adelante una lucha por especies animales o
vegetales y no desarrolla un empeño para defender la igual dignidad entre los
seres humanos, incluso algunas veces atentando contra derechos de otras
personas (90-91); resalta la incapacidad de algunos para reconocer el valor de
un pobre, de un embrión
humano, de un discapacitado (117); muestra la incompatibilidad de la defensa de la
naturaleza con la justificación del aborto (120); muestra su preocupación cuando
algunos movimientos ecologistas defienden la integridad del ambiente y reclaman
ciertos límites
a la investigación
científica,
pero no aplican estos mismos principios cuando se refieren a la vida humana,
incluso justifican que se traspasen todos los límites cuando se experimenta con
embriones humanos vivos (136).
El Papa mismo señala cuáles son algunos ejes
que atraviesan toda la encíclica:
·
“la íntima relación entre los pobres
y la fragilidad del planeta,
·
la convicción de que en el mundo
todo está conectado,
·
la crítica al nuevo paradigma y a
las formas de poder que derivan de la tecnología,
·
la invitación a buscar otros modos
de entender la economía y el progreso,
·
el valor propio de cada criatura, el
sentido humano de la ecología,
·
la necesidad de debates sinceros y
honestos,
·
la grave responsabilidad de la
política internacional y local,
·
la cultura del descarte y la
propuesta de un nuevo estilo de vida” (16).
Algunos han manifestado críticas al hecho de que el
Papa escriba sobre cuestiones científicas y técnicas referidas al medioambiente
y también porque les parece que adopta posturas en contra de la libertad de
mercado.
Con respecto a esa primera objeción, pienso que el
Papa entiende claramente que se refiere
a “los mejores
frutos de la investigación científica actualmente disponible”(15), y lo
hace para que se comprenda de qué está hablando y no quede en un discurso
abstracto.
Y en
relación con los que se alarman por sus críticas económicas y sociales, en ningún lugar propone el Papa el comunismo ni una
mayor intervención del Estado. Me gusta la explicación del
economista Argandoña: “Lo que el
Papa rechaza es “la lógica de las ganancias a cualquier costo sin
pensar en la exclusión social”. Motivación económica, parece decir,
sí; motivación exclusivamente económica, pasando por encima de lo que se ponga
por delante, no.
(...) el problema es
moral, no económico. Empezar a hacer algo con una motivación errónea no es una
buena solución” (link).
Finalizo
diciendo que me parece un documento apasionante de la Doctrina Social de la Iglesia , muy actual, y que
nos interpela para que asumamos nuestra responsabilidad en hacer de este mundo
un hogar más amable y sano para todos.
Para acceder a la Encíclica Laudato si': link